Errores más comunes al cortar jamón ibérico

Cómo empezar un jamón significa el inicio de una aventura llena de sabor y aroma exquisito. No obstante, es evidente que muchas personas cometen varios errores al realizar dicha tarea. Usualmente pasa por desconocimiento, pero eso podrá cambiar hoy al descubrir la realidad detrás de esas malas prácticas.
Usar utensilios inadecuados
Para poder ejecutar correctamente la tarea, tener las herramientas adecuadas es indispensable. De esa manera se evitan accidentes, daños en el alimento y otros horrores en el proceso. Como cortar un jamón de principio a fin implica tener dos elementos a la mano: un jamonero y cuchillos.
El jamonero debe ofrecer estabilidad, seguridad y comodidad para lonchear. Luego están los cuchillos, el primero y más importante de estos es el que está diseñado para este fin presentando una larga longitud y flexibilidad.
El otro es el cuchillo de sierra que ayuda a lonchear y retirar la indeseada grasa amarilla. El último es el de puntilla o deshuesador que ayuda a quitar la carne que queda pegada al hueso. Para conseguir que estos utensilios hagan un buen trabajo deben estar bien afilados.
Además, otro elemento adicional que vale la pena tener es una chaira que permitirá conservar el filo del cuchillo. Así mismo, se puede usar un guante metálico o anti corte que sirva para protegerse.
Cómo empezar un jamón: Un mal comienzo al cortar
Empezar a cortar depende de varias cosas y una de esas como se ha mencionado es usar un jamonero de calidad. El cual ofrezca el soporte suficiente para poder lonchear con comodidad y mover el alimento cómodamente.
Pero, no lo es todo porque si no se coloca bien el jamón ibérico se desperdiciará el utensilio por muy bueno que sea. Por eso, antes de comenzar a cortar es preferible informarse sobre como posicionarlo correctamente para no fallar.
Hay básicamente dos formas de decidir cómo empezar un jamón: si se consumirá en poco tiempo se inicia por la maza y si se comerá en un largo periodo de tiempo mejor empezar por la babilla. En el primer caso se pone el alimento con la pezuña hacia arriba y en el segundo, con la misma hacia abajo.
Esta decisión se basa en que la babilla es la zona menos jugosa por lo que, si se deja pasar demasiado tiempo se secará demasiado. Por ello, es bueno planificar o pensar previamente que uso se le dará al jamón ibérico.
Finalmente, si ya se ha decidido si comer rápido o en un largo tiempo se puede empezar la tarea. Un jamón bien cortado debe presentar ciertas dimensiones, que permita disfrutar de un buen bocado sin necesidad de cortar la loncha con los dientes para llevárselo a la boca.
Por lo que, no debe ser ni muy fino ni muy grueso; en cuanto el tamaño se busca crear una loncha de unos 5 o 6 cm de longitud. Así se puede meter en la boca y degustar cada nota que ofrece este fantástico manjar.
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Desperdiciar la grasa del jamón
Gran parte del exquisito sabor que ofrece un jamón bien cortado es la grasa. Por eso, quitarla del alimento es un gran error que muchas personas cometen. Esto suele suceder a veces accidentalmente al retirar la grasa amarilla.
Porque ciertamente el jamón presenta en la superficie una grasa amarilla que debe quitarse, al no ser apta para el consumo. Pero, hay que tener cuidado de no eliminar la grasa de color blanco y rosa.
Ya que, estas últimas son las que poseen las propiedades nutritivas y mejoran gastronómicamente al alimento. Así que al momento de lonchear se debe tener cuidado en cortar solo la grasa indicada o se desaprovechará la calidad del jamón.
Una errónea conservación
Si se ha superado el corte y se obtuvo una buena loncha de jamón, es momento de conservar el alimento para poder continuar rebanando posteriormente. Pero, es aquí donde a veces se perjudica el proceso perdiendo así la oportunidad de poder intentar cortar como un profesional.
Lo ideal es resguardarlo en un ambiente que sea seco, fresco y oscuro; donde no haya rayos solares que lleguen directamente al alimento. Como empezar un jamón dependerá en gran parte de su correcta conservación, por eso hay que cuidarlo de los animales que puedan contaminarlo.
Para ello, hay que humedecer el jamón con la misma grasa que presenta el cerdo para no alterar el sabor y dejar a un lado el aceite de oliva. De esa manera, se sella la superficie y se envuelve la pata en un pedazo de papel film para mantenerlo protegido.
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